De la toxicidad del transporte público
Ocho años tenía cuando empecé a viajar en transporte colectivo.
Trepaba a los camiones con mi cara de niña
y la mochila en la espalda, llena de libros.
Las manos no alcanzaban para sostenerme de los tubos.
Tenía que aferrarme a los asientos.
Mi estatura era el torso de un adulto.
Era raro el día en que lograba
evitar ser toqueteada por un hombre.
No entendía qué carajos me obligaba a soportarlo.
Pero nada decía de regreso a casa.
Fueron años de torear disfrazadas erecciones,
de cerrar hasta los poros cuando se me restregaban.
Menos mal que no faltaron soluciones ocurrentes :
cristales, agujas y otras armas caseras que salvaron
a mi cuerpo nuevecito
de seguir siendo la alfombra de tantos desgraciados.
Les piqué hasta la soberbia
con la misma cara de yo no fuí
que ponían cuando mis ojos se llenaban de lágrimas.
Por eso, me compré un coche.
Pero tuve que esperar más de veinte años.
Niñas del mundo (y niños también!): Armas útiles para evitar lo que en México se llama "que te arrimen el camarón". ¡Disponibles en el costurero de tu casa! ¡Úsalas! ¡Son efectivas!
Trepaba a los camiones con mi cara de niña
y la mochila en la espalda, llena de libros.
Las manos no alcanzaban para sostenerme de los tubos.
Tenía que aferrarme a los asientos.
Mi estatura era el torso de un adulto.
Era raro el día en que lograba
evitar ser toqueteada por un hombre.
No entendía qué carajos me obligaba a soportarlo.
Pero nada decía de regreso a casa.
Fueron años de torear disfrazadas erecciones,
de cerrar hasta los poros cuando se me restregaban.
Menos mal que no faltaron soluciones ocurrentes :
cristales, agujas y otras armas caseras que salvaron
a mi cuerpo nuevecito
de seguir siendo la alfombra de tantos desgraciados.
Les piqué hasta la soberbia
con la misma cara de yo no fuí
que ponían cuando mis ojos se llenaban de lágrimas.
Por eso, me compré un coche.
Pero tuve que esperar más de veinte años.
Niñas del mundo (y niños también!): Armas útiles para evitar lo que en México se llama "que te arrimen el camarón". ¡Disponibles en el costurero de tu casa! ¡Úsalas! ¡Son efectivas!
6 Comments:
yo me quejaba del transporte publico de viajar como vaca, las mujeres viajan como vacas de cabaret encima, adhiero, pincha a todos los pinches viejos verdes que de la unica forma q tocan una mujer es apoyandola en el transporte.
interesante blog pasare mas tarde, vuelvo a las sombras
www.rokearte.blogspot.com
By colifa, at jueves, 03 noviembre, 2005
pura furia...
By Maria Caracol, at sábado, 05 noviembre, 2005
jaja, la primera vez que me metieron una arrimada de camaration fue bien cagado. Resulta que por librarme de la arrimada por detroit no me quedó de otra más que arquearme y arrimarle el camarón a la decente señorita que estaba delante de mí, jeje.
Ya no me subo a metro llenos.
Un saludo ;) y disculpa a este naco, jeje.
By Tristán, at lunes, 14 noviembre, 2005
jejeje yo tampoco me subo a metros llenos... no hay fijón... el que no sea naco que levante la mano...
Salud y larga vida
By Maria Caracol, at miércoles, 16 noviembre, 2005
Hola Maria Caracol:
Somos muchas las mujeres furiosas con ciertos comportamientos abusivos. A mi ya se me quitaron las ganas de peliar, prefiero escribir, pintar, contar...
te llamas como la protagonista de mi novela electronica: Memorias de una niña viajera, que contara la increible, triste y viva historia de una niña que crecio feliz en un ambiente hostil...
Espero visitarte en otro ratito
saludes desde Madrid
*;)
Asor
By A., at viernes, 25 noviembre, 2005
Me gustaron tus sitios Salsa Salsa!
No tengo ganas de pelear, tengo ganas de decir, de contar, de exorcizar... ;) mira otros sitios de maria caracol, están en la barra lateral.
Buenísimo el personaje "la niña viajera".
Un abrazo.
Salud y larga vida!
By Maria Caracol, at sábado, 26 noviembre, 2005
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